Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, 2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. 3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Luminares en el mundo
12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.14 Haced todo sin murmuraciones y contiendas, 15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; 16 asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado. 17 Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. 18 Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo.
Filipenses 2:1-18
¿Quién se ha sentido alguna vez como un fracasado en su vida cristiana?
Quien ha sentido alguna vez que sin importar lo que hagan no es suficiente. O que están atrapados en un ciclo vicioso en el que, lucho con mi pecado (el que sea) y a lo mejor tengo victoria y no pecó (en una forma particular) por una semana, un mes y hasta un par de meses pero al final, vuelvo y caigo. Y te viene el sentimiento de culpa y vergüenza que hasta te ha hecho considerar si esto del cristianismo es para ti.
Yo voy a ser el primero en admitir que he estado ahí. Yo me he sentido como un fracaso como cristiano al punto de pensar en colgar los guantes.
Y ustedes se preguntaran: que tiene que ver Filipenses 2 1-18 con santificación. La palabra santificación ni siquiera se mencionó en el pasaje. Pero este pasaje (a mi entendimiento) es clave para entender la santificación.
El reto del cristiano
La introducción de Pablo en el capítulo 2 de Filipense es un llamado a la unidad cristiana a cumplir la ley del amor. Pablo nos reta a tener un mismo sentir y estar unidos en amor. A no hacer las cosas buscando que la gente te reconozca (esto es lo que es vanagloria) si no que hacer las cosas con sinceridad. Porque como Cristo dijo, la ley se resume en dos cosas; amar a dios y amar al prójimo. Así que de manera que cuando yo hago las cosas con sinceridad, buscando el bienestar real de mi prójimo y no el reconocimiento de la gente, estoy cumpliendo la ley del amor. Podríamos decir que está es una buena definición de la santificación.
Y la razón de la exhortación a la unidad y el amor que Pablo nos da es que nuestro modelo a seguir es Dios mismo, quien en la persona de jesucristo no puso por escusa ser Dios, si no que se despojó de todo, se introdujo en un cuerpo como el tuyo y el mio y se humilló hasta lo sumo.
Todo esto Dios lo hizo para exaltar a Cristo hasta lo sumo. Para que en el nombre del señor se doble toda rodilla. Esto es fundamental para entender el tema de la santificación.
La responsabilidad del Cristiano
Sin tomar en cuenta lo dicho antes, mucha gente ha llegado a la conclusión de que el versículo 12 de Filipenses 2 enseña que si no vivimos de cierta manera podemos caer de la gracia o perder la salvación. Pero aún si fuera el caso de que se puede perder la salvación, eso no es lo que este versículo está enseñando en lo absoluto.
El mensaje consistente del evangelio es que somos salvos por gracia por medio de la fe y no por buenas obras. Por lo tanto, Pablo no puede estar enseñando aquí que mantenemos nuestra salvación por cómo vivimos nuestra vida (moralmente hablando).
Todo lo contrario, Gálatas 3 1-5 nos enseña que tal como empezamos por fe, también perseveramos por fe. Pero entonces, si Pablo no está enseñando que mantenemos nuestra salvación por obras, ¿qué está enseñando Pablo?
La razón por la cual Pablo nos dice que nos debemos ocupar de nuestra salvación somos representantes de Dios en la tierra. La gente de afuera juzga a nuestro Dios por cómo nosotros vivimos. Por esa razón Pablo dice que debemos ocuparnos de nuestra fe con temor y temblor. El pensar que el nombre de Dios es evaluado de acuerdo con cómo vives debería aterrorizarte. Deuteronomio 5:11 nos dice que él no tendrá por inocente a quien tome su nombre en vano.
Pero esto no tiene nada con perder la salvación. Y yo hago énfasis en esto porque la mala interpretación de Filipenses 2:12 es la causa por la cual todos hemos sentido que somos unos fracasados. O por lo menos a mi, me hizo sentir que yo era insalvable. Porque no importa cuanto yo luchaba contra mi pecado, siempre caía eventualmente. Yo creo que esta mala interpretación de que si te portas mal pierdes la salvación, es la causa por la cual todos nos hemos sentido así.
Dios es quien nos santifica
Pero yo creo que Pablo sabiendo el problema que nos podía causar emocionalmente nos escribió el versículo 13 de Filipenses 2 para darnos paz. Para que sepamos que la salvación, tanto como la santificación, es algo que Dios hace en nosotros y no algo que nosotros hacemos para Dios
Vean, mi trabajo como cristiano no es tener victoria sobre mi pecado, si no luchar y descansar en Dios que en su tiempo me dará la victoria sobre el pecado de acuerdo con sus propósitos Filipenses 1 1-11.
Y cuando yo entendí esto fue un alivio tan grande porque lo que pasa es que en la iglesia, nuestros líderes teniendo las mejores intenciones del mundo nos crearon unos traumas grandísimos.
Yo me acuerdo de todas esas cosas que se hacían en los retiros de jóvenes como eso de escribir tu pecado y quemarlo en una fogata. Todo el mundo hacía pactos y se emocionaba. Pero eso nos creó una frustración como cristianos tremenda porque, no importa cuantos papelitos quemamos, si Dios no cambia tus deseos desviados tu no puedes tener victoria sobre tu pecado. Y uno iba y quemaba el papelito con toda la sinceridad del mundo, y a la semana estaba haciendo el mismo pecado.
Cuántos de los que crecieron conmigo yo vi hacer todo tipo de pactos con Dios y después, cuando se acababa la iglesia y las emociones pasaban volvían a lo mismo. Lo más triste es que la mayoría de ellos, hoy no están en Cristo. Yo estoy seguro que el sentirse que nunca iban a ser lo suficientemente buenos cristianos tuvo que ver con el hecho de que se rindieran.
Y entonces, esto significa que yo no tengo que hacer nada? Yo me siento a esperar que Dios me cambie y mientras tanto vivo la vida loca? No, lo que significa es que yo puedo descansar en que Dios es quien hace la obra de regeneración y santificación en mi. Él es el que quita el corazón de piedra y pone uno de carne.
Mi santificación es algo que él hace en mí, y no algo que yo hago por él. Pero lo que yo hago importa porque Dios nos ha dado la responsabilidad de ser luz al mundo. A esto es lo que Pablo se refiere cuando dice que cuando llegue el fin, el se pueda gozar de que su trabajo no ha sido en vano.
Mis obras solamente demuestran la obra de Dios en mi. Ya que Pablo no puede ver el corazón, de la única forma que él puede saber si su trabajo no ha sido en vano es por las obras de los filipenses.
Si nosotros pudiéramos tener victoria sobre el pecado por nosotros mismos no necesitamos a Cristo.
La esperanza del cristiano es que, cuando soy débil, entonces soy fuerte
Depender de Dios para nuestra santificación son buenas noticias.
12 Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. 2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; sí fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. 3 Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), 4 que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. 5 De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades. 6 Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí. 7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
2 Corintios 12:1-10